La Iglesia propone por lo general, para celebrar a los santos, la fecha de su nacimiento al cielo, u otras fecha significativas en la vida, o en la muerte de quien es celebrado. Bien es cierto que litúrgicamente recordamos el nacimiento de Cristo, de María su madre y de San Juan Bautista. Pero, creo nos hace bien agradecer a Dios el inicio de esa vida grande, profunda y llena de misterios, de fe, de dolores y “hazañas” de los santos.
Hoy 15 de marzo celebramos el 190 aniversario del nacimiento de San Daniel Comboni. Hijo de Luigi Comboni y Domenica Pace, es el 4 hijo de la familia (y después el único que vivirá tantos años). ¡Cuánto hace la gracia de Dios en un matrimonio lleno de fe! Fue bautizado Comboni al día siguiente de nacer. Ciertamente en esos poblados del norte italiano, cuánta pobreza y cuánto Dios y María en el corazón de las familias. Sí, se requería fe para que el hijo único fuera luego como sacerdote y misionero al África. Si para quienes conocemos este continente, en pleno siglo XXI ya es difícil… lo imagino aún más en el XIX.
Si bien no hay liturgia para celebrar el nacimiento, sí hay razones para agradecer a Luigi y Domenica la fe que inculcaron en su hijo, agradecer el sacrificio de dejarlo partir a un camino de amor por Dios y los africanos de su tiempo; agradecer que supieron ellos desprenderse del único hijo. Por la fe lo vieron sacerdote y misionero, y feliz. De ese hogar habrá sabido llevar Comboni el amor hacia quienes lo necesitaban, los pobres de su época.
Sí, un 15 de marzo nació Comboni. El don de la vida desde su nacimiento, y desde su concepción. La grandeza de un hijo que ha llegado al mundo para no quedarse en este mundo viviendo para él solo, sino para donarse, entregarse y “hacer que el más feliz de sus días sea aquel que pueda entregarse por el continente africano.”
La vida de este santo inició humanamente hace 190 años. Y en el plan de Dios, “antes que te formaras dentro del vientre de tu madre ya te conocía, y te había consagrado para que fueras profeta (Jer 1, 1-4)… En la sencillez de una casa pequeña en Limone Sul Garda, comienza esta gran misión que Dios tenía preparada para Daniel y cierto, para que en su familia, sus padres, desde la oración y el sacrificio, fueran también misioneros del África. Así es, la santidad de esta persona no se puede despegar del 15 de marzo, e incluso desde antes, de una historia familiar y de fe, que habrá llevado a buen término esta vida de entrega de Comboni.
Damos gracias a Dios por el recuerdo de esta celebración. Celebremos la vida de Comboni, que nos lleva a una celebración espiritual y de fe. Celebramos el carisma de uno que nació en sencillez. Celebramos la fe de un joven que sale de una familia entregada aún en medio del dolor de la partida. Celebramos que Dios hace grandes cosas si dejamos que actúe. Celebramos el don de la vida, porque cada una tiene su razón, su motivo, su por qué y para qué.
P. Juan Diego Calderón Vargas
Superior Provincial