Somos vasijas de barro

Homilía pronunciada por el P. Juan Diego Calderón Vargas, Superior Provincial de Centroamérica en ocasión de la primera profesión religiosa, en el Noviciado Continental de Xochimilco. 8 mayo 2021.

Antes que te formaras en el seno de tu madre… YO te conocía, y YO te consagré para ser MI profeta… escuchamos en la primera lectura.

Cómo pagaré al Señor todo el bien que ÉL me ha hecho… recitábamos en el salmo.

DIOS ha hecho brillar la luz en nuestros corazones, para que en nosotros se irradie la gloria de Dios. El poder procede de Dios, nosotros solo somos vasijas de barro… llevamos en nuestro cuerpo los sufrimientos… en ellos se manifiesta la vida de Jesús

Nada en las lecturas nos hace pensar ni en nuestra iniciativa, ni en la fuerza propia, ni en los talentos, ni en un YO grande e importante. No fueron ustedes que me escogieron, fui YO quien los escogí (leemos en el Evangelio de Juan). Es la grandeza de Dios quien nos llama, frente a nuestra pequeñez. Y desde ella queremos seguirle.

Nada grande desde nosotros. Al contrario, en nuestras vidas se manifiesta el Cristo de las bienaventuranzas. Aquel que las vivió nos las presenta como un ideal, la nueva ley que caracteriza a quienes lo siguen. Es solo por gracia de Dios que una persona puede vivir esas bienaventuranzas y considerarse FELIZ porque le llegan toda clase de preocupaciones, sufrimientos, penas, desolación, falta de comprensión, injurias, persecuciones, etc. Antes que te formaras en el seno de tu madre YO te escogí para encontrar en las bienaventuranzas un camino que te hace feliz, realizado, para ser signo de contradicción, de lucha, de cambio.

Ustedes piden hoy la gracia de entregar la vida a Dios en nuestro Instituto de los Misioneros Combonianos, para seguir más de cerca a Cristo, proclamar su Evangelio a todas las gentes, especialmente entre aquellos que podríamos llamar también bienaventurados. ¡Alégrense! ¡Pónganse contentos! porque la vida que abrazan hoy mediante la profesión de los primeros votos los llevará a vivir (o a seguir viviendo) ese espíritu de las bienaventuranzas, observar como valioso lo que el mundo no considera como lo más grato, lo más llevadero, lo más fácil.

Somos vasijas de barro, y hemos experimentado la fragilidad de nuestra vida frente a la grandeza del sermón de la montaña. ¡Ustedes también lo son ciertamente!  Y es que todos conscientes de que es DIOS quien nos ha llamado, es por su gracia y por su fuerza que podemos seguir diciendo, seguir respondiendo que sí, y “entender”, apreciar lo que el mundo tiene por necio.

Ser feliz en las circunstancias adversas de la vida, y de la vida religiosa es lo que los santos han querido también seguir. Por eso los llamamos Consejos Evangélicos. No hacen parte de la lista de mandamientos, encontramos en ellos lo que muchos ya han vivido.

San Daniel Comboni nos puede dar lecciones de esa felicidad en medio de las dificultades, de decir que se es bienaventurado, o FELIZ (utilizando sus propias palabras) en momentos que uno echaría a correr. Hay de todo y en todos lados.

“Hasta el Papa sabe que don Mazza no me considera ya del Instituto, pero no me importa. Si el viejo me golpea, yo me doy por feliz y honrado con sus golpes, pero siempre en el Instituto. Si me reprende, me humillo.” 1079

“…me siento feliz de ser miembro honorario del Instituto de África…” 1435

“Soy feliz de ver que la cruz de Cristo me rodea y doy gracias al buen Dios por las espinas con que aflige mi existencia. Esto me consuela y me da más ánimo que todas las riquezas de la tierra.” 1633

“Me siento contento y feliz de que poco apoco se empiece a pensar en esta pobre África Central, cuyos confines son inmensos…” 1663

“¡Ah! ¡qué feliz soy con mis penas! Las tengo de todas clases, en Egipto y en África Central, en Roma y en Verona, e incluso en Francia.” 1733

“Soy inmensamente feliz de que Él me honre con tantas cruces.” 1782

“… el día más feliz de mi existencia será aquel en que por ustedes (africanos) pueda dar la vida.” Homilía de Jartum 3159

“En todo caso seré feliz de hacer la voluntad de Dios” 4607

“Soy feliz en la cruz, que llevada de buena gana por amor de Dios genera el triunfo y la vida eterna.” Esta es su última carta, fechada el 4 de octubre del 1881, 6 días antes de partir a la casa del Padre. Es como su testamento justo en los días que pasaba grandes tribulaciones, la muerte de sus misioneros, tiempos de calumnias…

No se entiende esa felicidad, esa vida bienaventurada de los santos, como la de nuestro fundador, si no es por la gracia de Dios que nos ha llamado, a nosotros inútiles y frágiles vasijas de barro. No somos sobrenaturales ni super héroes estilo Hollywood. Todos conocemos consagrados, santos, gente vasija de barro en quien podemos pensar se cumple alguna de las bienaventuranzas…

Junto al espíritu de las bienaventuranzas, nos encontramos con lo que podemos apreciar en el magisterio: Tenemos una gran misión como consagrados (Vita consacrata 1996): “Misión peculiar de la Iglesia es mantener viva en los bautizados la consciencia de los valores fundamentales del Evangelio, dando un testimonio magnífico y extraordinario de que sin el espíritu de las bienaventuranzas no se puede transformar este mundo y ofrecerlo a Dios” … responder con la santidad de la vida y del amor de Dios…

Por el voto de pobreza: Dar testimonio de Dios como la verdadera riqueza del ser humano

Por la castidad: En Cristo es posible amar a Dios con todo el corazón… un amor radical y universal…

Por la obediencia …lugar privilegiado para discernir y acoger la voluntad de Dios, la obediencia une a los miembros de un Instituto en un mismo testimonio y en una misma misión… (incluso en lugares y situaciones que no nos suenan favorables… Dios tiene grandezas que darnos, para darnos)

La respuesta ante el llamado de Dios, hoy con la Primer Profesión religiosa:

Con el salmo rezamos: Alzaré la copa de la salvación… cumpliré al Señor mis votos, en presencia de todo el pueblo… Y más allá de esto: Seguiré siendo una vasija frágil que testimonia la grandeza del Señor en el caminar de cada día. Mi respuesta será amar la misión para hacerla más. Ser signo de contradicción en un mundo que últimamente busca lo fácil, lo cómodo, lo individual, lo placentero. Ser esperanza para muchos que la han perdido, ser rostro de Cristo, presencia suya salvadora en un mundo que llora perdido. Ser Evangelio, Buena noticia para los decaídos, los pobres, los abandonados, los que el mundo ha despreciado. Ser enviado como Cristo es el enviado del Padre.

Recuerden que habrá tribulaciones, problemas, ganas de salir corriendo, de dejar, de abandonar… Momentos en los cuales nos preguntamos, ¿y ahora qué? ¿para qué seguir, por qué si los otros ya no lo hacen? Seguir alzando la copa de la salvación, seguir invocando su nombre, seguir alimentándonos de Cristo Eucaristía, de la oración, de la comunidad, aunque los otros no la vivan.

La Eucaristía que hoy los ve felices en este día de Profesión siga alimentando y fortaleciendo cada uno de Ustedes, en la fe, en la entrega en la misión en este Instituto, familia a la cual han querido pertenecer. Nosotros, como algunos nos llaman, los hermanos mayores, no somos ni santos ni perfectos. Como lo decía Pablo somos igualmente vasijas de barro frágiles, pero que los acompañamos en la oración, en el partir el pan, en el compartirlo, en el vivir este carisma misionero. Y así, seguro desde muchos lugares, la Familia Comboniana, amigos, bienhechores, los acompañamos, y nuestra oración sigue siendo que la gracia del Dios que los llamó los acompañe y Él les dé la gracia del Espíritu para vivir lo que hoy profesan. Que San Daniel Comboni, María Reina de las Misiones y todos los santos misioneros intercedan por ustedes y por todos nosotros.

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